Que vuelves, te vas, y vuelves.

Las promesas están hechas de intenciones, de ilusiones, de puede que sí, y a la vez es probable que no, son papeles que a la larga se rompen, queman y machacan, pero siempre acabamos cayendo en ellas. 

Había prometido no caer en tu vacío, ni siquiera poner mi corazón al filo de tu precipicio, y aquí me ves, saltando puentes que me llevan hasta ti, arrastrando mis sueños en una saco que se rompe.

Y yo que me dije en un susurro, de esos que el viento guarda….no volver a caer en esto que te revive y a la vez te mata.

Aquí me veis, dejando que me asalte a dudas, y a la vez las resuelva, estrangulando con sus palabras mis monstruos, y dejando que yo mismo me eleve, ayudada de su imprevisible sonrisa. Permitiendo que me llene de arcoíris, de colores que reviven corazones, y reparan heridas lentamente. Pero duele, duele mucho. Y no entienden cómo puedo volver a caer una y otra vez, cómo es posible que deje que esta especie de huracán levante todo, para luego esparcirlos en una sala vacía, lejos de formar lo que a principio era, un corazón con su coraza, con miedo en sus arterias y sufragando tinta, en postura defensiva contra el Dolor.

Provocando un colapso en mi mente, un imprevisto abandono en mi sonrisa, haciendo que recorran mis venas, y salga de mi, en  forma de sal y agua, para seguir  rozando mi mejilla, hasta caer al infinito. 

Permitiendo que eso que te recompone y luego te arrebata la sonrisa, vuelva a mi cuerpo, para que después me deje de nuevo a medias, buscando en los resquicios de las puerta todos los trozos que me faltan, y suicidándome en camas ajenas, con manos diferentes, y sabanas que envuelven, pero no consiguen matar mis temores, pero si desgarrar mi alma de huecos llenos de silencios, y vacíos que adornan mis labios.