Quinto día, primer domingo, pero uno más.
Un domingo más, las lágrimas ceden a la presión
de los recuerdos y resbalan por su mejilla fría hacia un abismo asegurado. La cama a medio hacer, y los
recuerdos llegan preparados para la batalla. Sin
darle tiempo a reaccionar, se ve atrapada en sus manos.
Una
sonrisa que invade su mente, y cuatro
palabras que se atragantan en
su garganta, formando el nudo que la desgarra poco a poco en su interior. Vuelve. Vuelve el vacío de todos los domingos, a
falta de caricias la noche anterior y de versos -no besos-
escritos a tinta azul sobre su espalda. Siente como su piel le reclama volver a ser acariciada, y le suplica a susurros, un
día más entre te quiero´s
sinceros.
De
nuevo ha decidido tirarse del precipicio y caer en el filo de tus labios, creyendo ser trapecista. Juguetea
con sus rizos, como si en verdad los hiciera con tus manos.
Nota
como su corazón se encoge sin poder soportar el peso del Dolor que invade como la oscuridad
todo lo que encuentra en su camino. Se ciñe su cielo azul como sus pupilas, en
un gris
tenebroso, donde
sus sueños van a parar en orden, esperando el momento de destruirse en miles de pedazos.
Un
parpadeo incandescente, y miles de gritos silenciosos en el silencio de la
habitación.
Definitivamente, un ganador
proclama victoria, una sonrisa se rompe en pedazos. Mientras tanto la cama a
medio hacer, llenándose de frío sin tener a nadie que lo impida, y siendo invadida
por monstruos que acechan a la vencida, a la espera de comerse otra vez más, lo
poco que queda de su Venecia hundida.
Precioso el texto y muy profundo..
ResponderEliminarNo sé si lo he entendido bien, pero por lo que yo he entendido. Creo que las personas deberían amar sus recuerdos y aunque sean dolorosos recibirlos con una sonrisa, porque sólo siendo fuertes podemos continuar hacia adelante.
Besos.