No estás, nunca estuviste.

Malditas pesadillas. 

☨

Ya no me visto de azul celeste, ni me recojo el cabello en una elegante trenza. He dejado de desvestir mi corazón y atrapar mis sueños ya no forma parte de mi rutina. Las nubes lloran sin mí, se visten de gris cuando yo lo hago de blanco, sé que en susurros hablan de mi sonrisa fugitiva, aquella que se acuna ahora en otros brazos; los de la luna.  Los vasos medios llenos  han acabado, a juego con el Caos que ahora guía mi camino.

Estoy dejando de correr cuando el miedo golpea con furia mi puerta, en vez de eso, lo invito a tomar café los sábados por la tarde, acompañada de esa Soledad que te aterraba. Pero sigo jugándome el pellejo en una cuerda que se tambalea,  cuando las lágrimas salen a pasear sin avisar. Léeme, ya no soy la de antes.

No soy la que te quería sin querer, la que te besaba debajo de los párpados cuando los monstruos entraban en tu mente. No soy aquella que buscaba tu boca, para que me abrigases del frío. No soy la escaladora de espaldas ni la escritora que escribía versos en las servilletas de algún bar de mala muerte, (¡Y cómo lo echo de menos!).

Y todos esos cambios que han ido aumentando, nunca, nunca han podido con las pesadillas. Sigo despertándome medio soñolienta, medio aterrada en medio de la noche, buscando tu cuerpo en la cama, alguien a quien abrazar y que consiga que mi corazón no se acerque al abismo. Pero no estás.

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