Nadie quería (sabía) amarla.
Ella
era bonita o tal vez eran mis ojos las que creían verla así. Tenía la sonrisa
más ancha que nunca había visto jamas, a la vez que sus caminares paralizaban cualquier
corazón. Podía destruir tus sueños en
una milésima de segundo solo con suspirar; pero nadie la quería.
Nadie
sabía amarla como era debido, o destruir la frontera que interponía entre
caricias y deseos. Todos sabían que era más fría que el hielo, y que sus
lágrimas hacía tiempo se habían congelado. Ella odiaba los jueves, en cambio,
adoraba los lunes, siempre y cuando tratasen de tomar café a la vez
que leía en algún sitio bohemio.
Solía
susurrar versos que te erizan la piel, mientras sus manos pintaban el primer
paisaje que visitaba su cabeza. Nunca la oí gritar de rabia, solo sollozar
aunque ella siempre lo negó. Mantenía el miedo a raya, prometiendo escribirle
cada domingo, cuando la Soledad llamase a su puerta.
Sus
labios habían besado a miles de artistas, que creyeron que había sido su musa,
mientras que siempre fue al revés. Tenía ese don de oportunidad que muy pocos sabían
aprovechar, esa risa que inundaba una habitación de felicidad, aunque ella se hundiese,
pero nadie quería quererla bien.
Todas
la buscaban en la cama, para abrazarla, para alejarse de los monstruos que los
torturaban, mientras ella libraba sus propias batallas, sin que nadie velase
sus sueños. Solía jugarse la vida en la cuerda floja, donde los recuerdos le avasallaban,
se le daba bien eso de sonreír sin tener ganas.
Sus
rizos dorados, eran los únicos testigos de cuanto silencio había en su
interior, y de cuantas espaldas había escalado, con el fin de buscar a alguien que
quisiese leerla entre lineas, pero nada. Todos temían sus heridas, esas que se
escondían en las curvas de sus caderas, y las mismas que había provocado que la
frontera se irguiese en su interior.
Los
artistas que habían visitado su estación habían podido mitigar durante un breve
tiempo su dolor, y aumentarlo cuando la presión de sus ruinas los había
estampado; nadie sabía quererla bien. Todo eran contradicciones, falta de
valor, y ella perdida, aunque por fuera pareciese de hierro.
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ResponderEliminarHola, qué tal. Hacía dos años no me aparecía por aquí. Venía de dejar mis saludos, y a decirte que cuando leí esta publicación pensé en alguien y bueno... quiero ayudarla. Mil saludos, y bendiciones o/
ResponderEliminarCreo que todos tenemos una chic como esa dentro. Incluso algunas personas son así.
ResponderEliminarMaravillosa entrada, sabes describir tan bien a las personas (o a ti misma)
Besos, Utopía.
Precioso, como siempre.
ResponderEliminar¿Puede que te estés reflejando a ti misma?
Un abrazo muy muy fuerte.