Esta dejando de ser ella.
Aurora
está rota a pesar de que ha sido Alicia quien esta vez ha caído. Aurora está
sintiendo como el corazón que comparten ambas se cierra bruscamente, impidiendo
que lo poco que queda sano, también se rompa.
Es
la primera vez que Aurora siente como Alicia tiene miedo, como sus heridas se
abren repentinamente mientras sus manos rebuscan en su interior, la espina que
no hace más que provocar que grite de dolor.
Aurora
es la espectadora del sufrimiento de su gemela,
pero no puede salvarla. Sólo puede sentir como los monstruos están
consiguiendo acabar con Alicia mientras que ella llora, como quisiera poder
hacer Alicia.
Alicia
se rinde poco a poco al miedo, le ofrece su vida, su corazón, las lágrimas que
jamás pudo llorar y aquella sonrisa que por más que quiso nunca pudo
mostrársela al mundo. Sabe que se está equivocando de elección, como bien le
enseño su madre, después de la tormenta viene la calma, pero no se siente lo
suficientemente fuerte como para poder aguantar tanto ruido en el silencio.
Aurora
se muerde el labio inferior, reprimiéndose el grito que se ahoga en su
garganta, sabe que Alicia esta
lanzándose al vacío. Alicia respira hondo, entrelazando sus manos con las del
miedo, asintiendo para sí misma, intentando convencerse de es lo mejor, camina
hacía donde la oscuridad es más evidente, negándose mirar hacia atrás.
De
repente, Aurora siente que una parte de ella se va. Siente como si el vacío
ahora ocupase el lugar de Alicia, y la busca, remueve su interior desde fuera,
llora como una niña cuando se le rompe su muñeca, grita de desesperación cuando
empieza a sentir que ya no comparte su vida con nadie, cuando ve que los
aliados de Alicia han desaparecido.
A
su vez, lejos de todo ese caos que empieza a invadir a Aurora, su gemela ve como el interior de Aurora se hace ruinas,
como todas las canciones que cantaron juntas se desvanecen de su vida y como
los versos que escribieron por una misma persona, se queman, en el lado
izquierdo de su vida.
Respira
el olor acre que ahora tiene ese lugar oscuro. Acaricia las puntas de las rosas
que no paran de rozarle las costillas, haciendo que sangre por dentro y por
fuera.
Ahora
están perdidas, están dejando de ser ella, y ella está decidiendo a quien de
las dos salvar.
Ya lo sabes, pero amo mucho tu manera de escribir.
ResponderEliminarSaludos.