Todo sigue en silencio.

Todo sigue en silencio. Los monstruos han decido darle tregua y el miedo ya se ha cansado de jugar con ella al escondite. El único que sigue sin dejarle de lado es el vacío, día y noche, sigue abrazándola, contándole a su sonrisa los desiertos que empezara a conocer antes de que sus lágrimas se deslicen por su mejilla.

Le sobra espacio y le falta ese alguien que se columpie con ella en el Caos.  Sigue siendo esa que no duda en desafiar al abismo ni le teme a las rosas que esperan ansiosas a que pasee por la calle de los sueños perdidos.

Las heridas les duelen un poco menos a pesar de que el olvido ha decidido cedérselas al recuerdo y amanecer tras amanecer, vuelven a sangrar. Sigue sin creer que algún día las presencias se convertirán en ausencias aunque eso sea realmente la causa de tantos agujeros en su corazón.

La primavera asoma con cierta timidez tras sus ojeras, acompañada de su fiel amigo, la soledad, se dispone de despedirse de la sonrisa triste que intento revivir en esos meses eternos.

Todo sigue en silencio. A pesar del continuo ruido que existe a su alrededor, de las miles de manos que se  ofrecen a ayudarla o de las miradas que le dan esa fuerza que le falta a sus piernas. Se niega a dejar de tocar el suelo sin antes saber el por qué de su caída.

Nunca existieron  principios que fuesen de su agrado y  menos aún creyó en finales que realmente no escondiesen otro principio. Ella fue más de creer en las historias que escondían los  puntos suspensivos aunque a veces, le desgarrasen el alma.

Ha decidido quedarse en ellos, vivir a costa de ellos y confiar en que después de ellos, la historia continué aunque duela, o se equivoque y tenga que volver a acariciar el suelo frío que ahora, es su único confidente.

“Me rindo. Te leo y sigo queriendo ser contigo.”

Ánima.