Para alguien.
Quería
escribirte desde hace tiempo pero siempre las excusas se posaban en mi mano, como salvándome del folio en blanco que
acechaba entre las hojas de algún cuaderno que usaba sólo cuando te ibas de
mi vida durante algunos días. Tengo muchas cosas que contarte… Tantas que no sé
ni por dónde empezar. La primera es que después de tanto tiempo viviendo con tu
ausencia, no me he acostumbrado, sigue de noche clavándose en mis costillas, haciendo
que mi corazón grite y no consigo
hacerle callar, convencerle de que es hora que el tiempo pase y barra un poco
su patio trasero; pero nada, es igual de cabezota como yo.
Añoro
mucho tus ‘Tranquila, todo pasará’ en formato susurro cuando mis monstruos se
abrían paso entre mis sabanas. No te imaginas cuantos gritos ahogados libran su
propia guerra en mi garganta cuando intento reproducir tu voz y está, poco a
poco, se va apagando, como si mi mente se estuviese cansado de recordar todos los
pequeños detalles que formaban parte de ti.
Sé
que no te alegrara saber que mi vida se está yendo hacia abajo y a lo loco, que
ya no corro tras ella ni me como la cabeza intentando averiguar cómo
encaminarla correctamente. Una se cansa
de intentar mil veces curarse las heridas y que cuando está a punto de salir a
flote, de rozar con sus pies la arena y el ruido del mar sólo es la música de
fondo de su pequeña isla, vuelve a
golpearla una tormenta, diferente a la anterior. Necesito una de tus sonrisas
de medio de lado, de las que me reía y con las que conseguías salvarme de este
miedo que me invade, a veces, cuando veo que todo lo prometido se está
volviendo imposible de cumplir.
Podrías
volver un rato, sólo para decirme cómo ordeno mi caos o cómo consigo que mí
corazón se haga a la idea de que siempre en algún rincón de su casa, le faltaran
los muebles de una habitación. Que debe de cerrar su puerta y dejar que sea el
polvo quien se encargue de ella. Dime, ¿Cómo consigo ignorar su vacío, su
llanto, sus garras desgarrándome el alma porque le falta una pieza para
completar su puzzle?.
Te
necesito, a ratos si y a ratos, odio necesitarte. Echo de menos sentir como tu
piel se eriza al roce de mis labios o las sonrisas compartidas o las miradas
que decían todo… Los lunes suelen ser el día de la visita de una tristeza melancólica,
siempre con los labios en blanco y negro y el vestido de ‘me estoy perdiendo’. Ya,
sé que tengo que echarla, prohibirle el paso y mudarme a otros recuerdos que me
hagan avanzar pero si no eres tú, es otra cosa. Y yo que sé, me malacostumbré a
que hicieras de mis problemas un granito de arena casi invisible al ojo humano.
Una
última cosa, a pesar de todo lo que te he escrito, de todo lo que te he querido
y llorado, no vuelvas. Necesito desprender de mí la costumbre de esperar a
quien viene y va o no piensa volver. Necesito necesitarme y tú sólo eras un obstáculo
para impedirlo.
Que
te vaya bien, yo voy a ver si empiezo a quererme y consigo cerrar la puerta que
dejaste abierta.
Increíble. Me ha encantado, te lo juro, es increíble la forma en la que escribes, me ha hechizado commpletamente.
ResponderEliminarUn besazo <3
Muy buenas Sonrisas de Cristal.
ResponderEliminarLa gente se va y nunca cierran la puerta, y si no asoman de nuevo en nuestras vidas será hora de cerrarla nosotros.
Saludos.