Ni Caperucita fue tan mala ni el Lobo tan bueno.


Imagínate por un momento que soy yo quien se va. Quien decide dejar salir por la puerta todas las promesas que nos susurramos. Imagínate que eres tú el que recoge pedazos de recuerdos que llevan nuestros nombres en otros cuellos. 

Imagina que el Lobo y Caperucita Roja se reencuentran en el bosque cada noche a la misma hora, que han conseguido alejar antiguos demonios y ahora, son dos locos enamorados.

Sin embargo, Caperucita saca un cuchillo de su cesta y le dice a Lobo que no tenga miedo, que solo será un arañazo, y luego otro, y otro y otro hasta que su corazón se quede vacío pero conseguirá superarlo.  El lobo, asustado, sale corriendo y nuestra Caperucita detrás de él; imagínate que solo quiere sacarle las entrañas para hacerse un collar por su abuela y por ella.

Imagínate que el malo no es el Lobo ni Caperucita. Ambos quieren sobrevivir  y solo pueden hacerlo matando a los monstruos ajenos para que los suyos dejen de ahogarles. Imagínate que ella se corta las venas con la intención de que el Lobo pare y la salve de su propio miedo. Imagínate que lo hace,   porque realmente la quiere.

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Imagina que decido arrancarme todas las venas que me unen a antiguos corazones menos a las que me vinculan a ti; esas las abro en canal y deposito en ellas todas mis inseguridades.

Imagínate que a pesar de saber lo que he hecho, te pido perdón con los ojos rojos cada vez que gritas de dolor. Y vuelvo a romperte.

Imagínate que te quiero pero no puedo quedarme; no puedo y tú no lo entiendesImagínate, Caperucita logra apuñalar  al Lobo y matar todas sus ganas de vivir en/con ella.

Imagínate que llevo observándote desde que me alejé de ti, siendo testigo de cómo te hundes pero no tengo el valor suficiente para salvarte.  Veo como te rompes y yo finjo que no sé que lo estas.

Imagínate que Caperucita se arrepiente de haber matado al Lobo y por ese motivo se arranca el corazón, pero eso no es suficiente; el daño ya está hecho. Imagínate que todo es real pero al revés, tú fuiste quien rompió mis alas y yo, me quede a arreglar el desastre.

(No sé si me sigues doliendo o solo es el cuchillo que me clavaste día sí y día también. No sé qué hago escribiéndote, pero imagínate que nada de esto lleva tu nombre).

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