A todos los recuerdos que me dejaste.
A ti, que nunca supe
tu nombre pero conocí tu dolor.
A ti, que utilizaste
mi sangre como tinta y nunca me diste las gracias.
A ti, que hiciste que
fuese más mía que de nadie.
A ti, gracias por el dolor; gracias por la calma que vino después.
Ya no soy la niña que
te pidió auxilio en un susurro. No soy la que te tendió la mano, suplicándote
que no me dejarás sola en la oscuridad. No soy la quiso que la salvarás aun sabiendo que no podías
hacerlo. No soy la que te donó litros y litros de sangre para que los
convirtieras en versos; versos que nunca llevaron mi nombre.
No soy la chica con la
niña interior casi intacta pero un frío sobrecogedor paseando sobre su piel. No
soy la que quiso ser tormenta, pirata y salvavidas en las profundidades de unos
ojos color miel, que nunca quisieron conocerme de dentro para afuera. No soy aquella chica que te quiso sin saber
qué consecuencias iba a tener sentir las mariposas revolotear por sus pestañas;
y ahora que sé lo que es, lo volvería a
repetir.
No soy la que observó
como te ibas de su vida sin avisar. La que le rompiste el corazón poco a poco
mientras recogías tus caricias, sonrisas y risas de su piel para llevárselas a
otra, o yo que sé que querías hacer con ellas. Pero fue esa chica la que mató a
mi niña interior con la intención de seguirte, de averiguar por qué te ibas
ahora y no antes. Por qué la abandonabas cuando estabais(amos) en el ápice de
la felicidad. Por qué le rompías el corazón en silencio. Por qué.
No soy la chica que se
rasgó la garganta gritando al miedo que volverías –aunque supiese que no-. No
soy la chica que pensó en pasear por los puentes suicidas dónde tus pies habían
estado. No soy la que se pintó la tristeza en la sonrisa y pensó que el dolor
era un buen lema para su vida. No soy, pero sí fui esa chica que te quiso y que
volvería a querer, a pesar del dolor que le dejaste entre las costillas.
Soy la que rebuscó
entre versos sin nombre queriendo encontrarte. La que entendió que estaba
perdida, porque ella había querido perderse. Soy la que se desangró esperando a
que la rescatarás. Esperando que aparecieras en alguna esquina con tu sonrisa
de siempre y diciendo que querías quedarte. Soy aquella chica con el corazón
destrozado y sintiendo que sólo la tinta podía rescatarla.
Soy la chica que
decidió irse de la estación que compartimos, poner puntos y finales a todas las
historias que había dejado en puntos suspensivos, porque -creía- pensaba que siempre
había una segunda oportunidad para todas las cosas. Y a veces, no hay existen segundas oportunidades para historias que
nunca se supieron vivir.
Soy la chica que
quiere ser pájaro, calma y sonrisa. La que quiere arrancarse todas las
cicatrices. La que quiere abrir los ojos
de golpe de este sueño lleno de demonios, y cerrar la herida que no para
de sangrar bajo sus ojeras. Soy aquella chica que sabe que el dolor ya está en
su vida, que las astillas son casi imposible de hacerlas desaparecer pero
quiere intentarlo. Quiere revivir. Revivir(se).
Sigo siendo
la misma chica triste pero con las ganas inmensas de convertir la Tristeza en
olvido.
Es asombroso cómo damos la vida (y volveríamos a hacerlo) por promesas, caricias, besos y versos; cómo sentimos, lloramos y olvidamos y cómo, a pesar de todo, seguimos ilusionándonos.
ResponderEliminarBendita esperanza...
un besoo!