Te recuerdo.
A lo
mejor vuelvo, y tú ya no estás,
A lo mejor vuelves, y yo ya no estoy,
A lo mejor volvemos y no nos reconocemos.
Te recuerdo
con la mirada perdida y el corazón sangrando en tu mano izquierda. Te recuerdo
perdido entre la gente, buscando sin saber el qué y encontrándome sin buscarme.Te recuerdo con tus ojos grises y vacíos de expresión, mirándome fijamente, diciéndome
que mi tormenta era un buen refugio para tu herida.
Te recuerdo
llamándome hogar, abrazándome el caos y acariciándome por dentro y por
fuera. Te recuerdo dibujándome en
cualquiera hoja que se atreviese a bailar bajo tus dedos. Te recuerdo besándome
la punta de la nariz mientras yo deseaba arrancarte las heridas y enseñarte que
no teníamos por qué vivir siempre en gris; pero nunca quisiste oírme hablar de
aquel océano al que llamabas muerte
mientras que para mí era vida.
Recuerdo que
aquella mañana llovía mucho. Recuerdo que la primavera empezó a declararme la
guerra, no me quería fría en pleno mayo pero yo no podía hacer nada contra eso
si vivía con el mismísimo invierno. Yo
no quería dejarte, tú no querías salir de esa oscuridad a la que te escabulliste
cuando la tormenta interrumpió en tu muerte –vida-. Al final nos convertimos en náufragos nadando
entre espinas y recuerdos y tú no quisiste darte cuenta o, yo no fui lo
suficientemente valiente como para quitarte la venda de los ojos.
Recuerdo tu
voz susurrándome que me quedase. Recuerdo cómo las ojeras empezaron a aparecer
en tu rostro. Recuerdo tus ojos grises buscándome, queriendo encontrar aquella
tormenta dónde tu herida se refugiaba.
Recuerdo cómo la duda se asomaba en tu mirada, cómo las ganas de besarme
se anudaban en tu garganta. Recuerdo tu vacío y mis ganas de morir cuando veía
cómo tu ciudad interior se convertía en cenizas.
Te recuerdo
triste, cabizbajo e indeciso. Te recuerdo con el niño interno destruido porque
no eras capaz de dibujar fuera del límite que tú mismo te impusiste. Te
recuerdo gritándome, suplicándome que no podías huir conmigo, que aún no
estabas preparado para morir. Y yo, sin inmutarme, te respondí que no te estaba
pidiendo eso, sólo quería vivir con el corazón abierto a pesar del cosquilleo
de las cicatrices y del miedo que caminaba sobre nuestra piel; eso era la vida
y no muerte.
Recuerdo el
día que tus caricias en vez de calmar, me desangraron por dentro. Recuerdo que
decidí dejarte a pesar de que te quería, yo quería morir viviendo, y tú
sólo querías morir sin vivir. No lo entendiste. No te entendí. Y nos fuimos
alejando.
Me recuerdo
abrazándote como una niña que había perdido su muñeca. Me recuerdo queriéndote,
suturando todas tus heridas y cantándome bajito. Me recuerdo mirándote desde el
otro lado de la cama, viendo como la tranquilidad visitaba tu cuerpo cuando aún
no te habías despertado. Me recuerdo naufraga pero feliz. Me recuerdo indecisa,
insegura y sobre todo rota, cuando tú
aceptaste irte con la tormenta antes que conmigo.
Te recuerdo. Aunque ya no estés,
aunque ya hayas decidido morir.
Me quisiste libre; te quise libre
conmigo.
Hay veces que es mejor soltar amarras y volar solo y un poco triste que dejarse morir lentamente. Porque hay veces que podemos ser salvavidas... pero siempre que la otra persona quiera ser salvada.
ResponderEliminarun besoo!