El incendio que pudiste apagar y no quisiste.
No has querido apagar
el incendio de su corazón,
Has ignorado la
llamada de auxilio de sus ojos,
Sólo querías
conquistar sus ruinas y quemar su pasado para ser tú el rey de su dolor.
Llegaste
un día que ya no importa de un año que el calendario ya olvidó. Nadie te
esperaba ni siquiera tú sabías que ibas a venir. Apareciste siguiendo los pasos
del monstruo que se escapó de tu caja torácica buscando un hogar en algún corazón
ajeno. Tenía sed de tristeza, ganas de destrozar alguna sonrisa con su
desprecio y soltar los cuervos que escondía en sus manos...encontró en mi niña triste su victima perfecta.
Llegaste
queriendo que te quisieran. Necesitando que alguien te hiciese café con sabor avellana
por las mañanas. Queriendo que alguien te curase las heridas, te abrazase por
las noches y luchase contigo la guerra contra tus demonios. Buscabas alguien
que te besase las tormentas y te acariciase el vacío. No querías ser salvador
sino el salvado; pero mi niña nunca fue la candidata idónea.
Mi
niña interior tenía demasiadas telarañas, mucho polvo que barrer y un pasado
que cargaba sobre sus hombros. Era la Tristeza andante pero aun así, quiso ser tu salvadora. Ignoró su propio
desastre y antepuso su sonrisa a la tuya. Descosió todos sus miedos y abrió la
puerta a los tuyos, acomodó su cama para tus penas y escondió sus gritos en su
garganta.
Llegaste
buscando al demonio que huyó del tornado de tu mirada. Eras el niño perdido con
una herida que no quería dejar de sangrar y mi niña no supo decirte que no; no
aguantó ver en los ojos de otro su propia condena. Quiso salvarte, cerrar las
heridas que te producían insomnio, olvidándose que ella también tenía un hueco
irreparable en el lado izquierdo de su vida.
Te
dio la mano cuando tus rodillas tocaron el suelo. Te cedió un sitio en su vida,
dibujo golondrinas en tu costillas y te regaló la poca calma que habitaba en
ella. Supo quererte, cuidarte y protegerte de tu propia pesadilla y tú te
dejaste, sin importarte el huracán que tenía por mirada.
Pudiste
quererla pero sólo querías que te aliviase el dolor que caminaba por encima de
tu piel. Pudiste besarle cada rincón de
su cuerpo y sólo le dejaste más heridas como recuerdo. Pudiste apagarle el
incendio que se propagaba en su interior y sólo le echaste más leña a su
hemorragia. Pudiste ayudarla a abrir las puertas de su vida hacia el futuro
como ella hacía por ti, pero solo abriste las que la llevaban al pasado.
Podías
haber hecho muchas cosas para salvarla de esa oscuridad que le atormentaba día
sí y día también, pero decidiste ser el espectador de su destrucción. Decidiste
observar como las llamas se la comían por dentro, como los demonios se
instalaban para siempre en el hueco donde debería estar un corazón. Decidiste
salir por la puerta de atrás cuando tu corazón volvía a palpitar,lentamente, gracias a ella.
La dejaste sola… y ahora qué,
¿Dónde irás mientras mi niña interior se rompe hasta
convertirse en cenizas?
¿A quién más destrozarás?
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