Otra vez, menos yo, más despedidas.
Me
he roto el corazón, otra vez.
Lo
siento. No puedo seguir soportando cristales dentro de mi garganta. No puedo
mirarte y derrumbarme cada vez que tus ojos reflejan su nombre.
Lo
siento. Me he cortado con tu sonrisa, creyendo que encajaría perfectamente con
mis besos. He vuelto a ser la niña ilusa, viviendo una historia que nunca fue
suya. Acostándose con demonios que nunca quisieron abrazarla. Lo siento, soy yo
quien quiso vivir dentro de ti, aun sabiendo que no había hueco para mis
heridas.
Lo
siento si alguna vez te creí príncipe y sólo fuiste un lobo disfrazado de gato.
Lo siento, la equivocación fue mía, fui quien te puso en un altar cuando tú
sólo querías volar lejos de mí.
No,
no te preocupes. Este dolor lo sufro yo, tú no tienes porqué dibujarte la tristeza
en tu costado izquierdo; soy yo quien tiene que respirar con espinas clavándose
en sus pulmones. Lo siento, te quise con la boca abierta y dejé que todas mis
mariposas aleteasen en otro cuello que no era el tuyo; supongo que fueron listas
y huyeron de este vacío antes de que yo pudiese sentirlo.
Lo
siento, mi manía de bailar en espaldas que no nacieron para soportar el dolor
de mis pies. Tengo los ojos rojos de llorar por un amor que nunca quiso ser mi
cobijo. La culpa es mía por romper la puerta que me llevaba a su corazón,
cuando él no quería cuidar mi sonrisa.
Lo
siento, soy una negada para el arco y te lancé la flecha equivocada. He sido yo
quién firmó mi propia muerte y tú sólo querías impedirla aunque al final,
viendo que mi Caos era mayor que tus músculos, me dejaste sola al filo del
precipicio.
Lo
siento, no sé qué decirte para alargar la despedida. Te he querido, tú a mí no,
y eso es lo que me queda. Eso es con lo que duermo cada vez que la luna viene a
abrazarme las penas... Hice oídos sordos a la niña loba: “Aléjate de él. ¿No ves que su sonrisa es de ella y no de ti? Te harás
daño, recoge los trozos de tu corazón y vete”.
Lo
siento, nunca se me dio bien decir adiós y menos cuando la persona que se va es quien prometió cuidar de mi corazón.
Lo
siento, devuélveme mi risa y prometo que nunca más me verás. Quédate con las
promesas y dame mis caricias.
A M
Lo siento nunca fue mi intención; que sensanción tan familiar describes y con las palabras mas que exactas.
ResponderEliminarSaludos