Por nunca jamás.

 

Búscame en otra sonrisa

Y encontrarás la muerte.

 

No soy la niña que lloraba a escondidas en su habitación. No soy quién se dibujaba cicatrices en su muñeca o abrazaba con ternura a todo corazón que se posará en su alfeizar. No soy la niña que contaba hasta diez para encontrar sus sueños ni aquella que miró a los ojos al futuro.

No soy el seudónimo que ocultaba su tristeza ni la risa ahogada en un paisaje helado. No soy quien bailaba de noche intentando encontrarse a si misma. No soy quien se olvidaba de su piel y buscaba otra donde refugiarse.

No soy tu A ni tu B, ni la sonrisa abierta donde guardaste tus caricias. No soy tu intento ni ya tu problema, porque tus palabras han hecho que me suicidase hacia un vacío infinito. No soy tu meta ni tu recompensa, ni la chica que te gustará toda la vida.

Soy el imposible que juega entre hilos de locura. La niña, que no está perdida, pero finge estarlo. Soy la que tiene como lema la tempestad en sus ojos y la oscuridad como hogar. Soy aquella que grita hablando y calla cuando sus cuchillos merodean el precipicio del olvido.

Soy aquella de la sonrisa sarcástica. La que odia el contacto físico si solo trae consigo mentira. Soy la que da el cuchillo y esconde la mano para ver si eres capaz de traicionarla. La que juega al azar y acierta el destino del resto menos el suyo.

No soy quien se quiere ni quien se adora, soy quien se acribilla a intenciones y a juramentos. Quien abre sus puertas a caballeros que no llegan a la primera letra y quien prefiere creer que el Amor no la quiere a ella y no al revés.

Soy a quién nunca tendrás y querrás. Soy aquel beso que nunca darás, pero desearás. Soy aquella mirada que nunca tendrá tu nombre y el cuerpo que nunca tocarás más allá de unas caricias fugitivas.

No te creo. No nos creo. Y ya no me rompe saber que el mar engulló todos tus propósitos porque cuando vi al monstruo danzando alrededor tuyo, me di cuenta que tu vida nunca encajará con la mía. 

No soy la ola que te saludará por la mañana ni el sol que iluminará tus mejillas. No soy la que te preparará la comida al mediodía o la que reirá con algún mal chiste tuyo. No soy ni seré porque comprendí que nunca querrás conquistar mi alma; solo querías llegar a mi corazón.

Ahora ríete, quiere a otra y cierra la puerta. Porque soy aquella que es más suya que de nadie, y nadie no eres tú ni la mano incierta que intenta acariciar mi pierna.

Soy mía y hasta que alguien no demuestre lo contrario, lo seguiré siendo hasta cerrar los ojos.




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