La niña Triste ya no está tan Triste.


Un hombre con sombrero de tres picos tiró los dados que guardaba en su bolsillo y me miró fijamente.
“Te toca” su voz sonó como un susurro en medio de la oscuridad.
“¿Qué me toca?” Le miré fijamente pero el eco de sus palabras inundó mi mente.
“Te toca, te toca, te toca”

 

La niña triste que se escondía dentro de la loba ha muerto. 

Ha dado su último soplo de vida esta noche a las once cuando el búho empezaba a despertarse de su letargo y los girasoles se apagaban. Ha mirado al pasado por un momento cuando unos dedos largos y agiles empezaban a recorrerle el cuerpo, buscando aquella herida que no deja de sangrar y su piel se erizaba por el contacto; hacia tiempo que nadie le acariciaba tan suavemente.

Ha dado su ultimo grito antes de que el dueño de la lengua que le dibujó un camino de mariposas en su estómago sellasé sus labios contra los suyos. Un sueño fugaz ha pasado por su mente y un paisaje verde como en las películas se ha hecho real ante sus ojos. El cantar de unos pájaros volvía a ser la banda musical de esa sala silenciosa y la risa de la persona que tenia enfrente se convirtió en la espada ideal para matar a sus miedos.

La niña triste, que no dejaba de abrazar a sus monstruos, ha muerto en silencio, pero sin ellos. Los ha dejado abandonados en el fondo de un armario mientras una mano le tocaba la cintura con el fin de alejarla de allí. Esa misma mano ha recorrido su cuerpo hasta tocarle el pecho izquierdo y le ha susurrado “No te salvaré, pero si te apoyaré” y de repente una pequeña luz ha brillado en el centro de su iris.

Ha respirado tan hondamente que las espinas se le han clavado pero esta vez no han dolido; parecía que se habían transformado en goma-eva. Se ha dejado llevar por el abrazo que le ofrecía el caballero y toda su armadura ha caído resonando como si de cristal se tratase. Se ha hecho un ovillo junto a él en un rincón de la sala que la cuido cuando el corazón dejó de palpitarle. Y todo se ha vuelto tranquilo y sosegado.

La voz de ese hombre se ha metido dentro de su piel y su sangre ha vuelto a transformarse en tinta roja, tan pura como aquella primera promesa que se tatuó entre sus costillas. El señor X, decidido, ha tocado la puerta hacia el hueco donde solo quedaba rastros de una hoguera donde se quemaron las ilusiones de una loba herida.

No ha huido cuando ha sentido que la oscuridad invadía sus dedos. No ha mirado hacia otro lado cuando la niña triste ha dado su ultimo gemido antes de que la loba saliera de su escondite y empezará a dibujarle un arañazo en su espalda de hombre guerrero. Su cuerpo no se ha inmutado cuando los ojos rojos de la loba reflejaban la muerte de aquella niña a quien apenas empezaba a querer.

El hombre guerrero simplemente la ha abrazado más fuerte como si la loba tuviese pensado huir de aquel cariño que le acaricia el lomo. La loba con la sangre de quien fue y ya no será derramándose por sus labios, le ha lamido el cuello a aquel hombre que no quería salvarla, pero si cuidarla de si misma. Sellando así una ayuda que no pidió pero que necesitaba.

La niña triste que residía dentro de la loba ha muerto; ahora es la niña indecisa quien se refugia dentro de la loba.

 

“Te toca” me repitió el hombre
“Me toca” coincidí con él.
Y volví a tirar los dados,
Qué sea lo que la suerte quiera predecir
Que sea lo que yo esté dispuesta a cumplir.

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