Concédeme ese deseo.

 
Todo empieza con una mentira
Y termina con una falda menos 
y más ruinas bailando entre sus pestañas.
  

Te he leído. Te he vuelto a releer cuarenta veces intentando comprender por qué me mientes. Por qué construyes un muro entre tu mano y mi cuello. Por qué empiezas a dejar migas de pan para que los monstruos que abandoné vuelvan a mi hogar. Por qué empiezas una guerra sabiendo que nunca conocerás su final.

Te he dado tres oportunidades y me has devuelto dos vacíos y un olvido. Me has besado en las clavículas y todas mis mariposas han empezado a desangrarse; no quieren volar junto a un chico cuervo. Tal vez tienen razón, debería correr hacia el refugio que me dio alas y alejarme de aquel que solo quiere unas cuantas caricias en el pecho y dos embestidas. 

Te he lanzado un comodín y lo has roto en pedazos. No quieres decir la verdad porque me darías la razón y sabes perfectamente que abrirías la caja de pandora. Huelo tu miedo desde aquí y tu falta de querer reconstruir este campo de minas en hogar; te bañas en sangre muerta y resucitas olvidando el futuro que pudiste tener, pero destruiste con un par de flechas mal lanzadas.

La falta de aire se empieza a notar en esta niebla, pero que no vendrás a salvarme. No crees en heridas que no se ven ni en amores que no se tocan. No sabes lo que es llorar por las piezas rotas de un corazón apuñalado ni reírse en un silencio catastrófico después de que te digan un “lo siento” que explica todo y a la vez nada.



Tienes la suerte de seguir casi intacto y de que nunca te hayas acostumbrado a la sonrisa de alguien. Nunca has tenido el nombre de alguna exploradora grabado en tu omoplato ni la fragancia de loba como tu perfume favorito. Has huido de todo lo que significase compromiso y cuando alguna valiente amazona ha querido conquistar tu piel, la has machacado con ausencias largas y abrazos desde la distancia.

Te tocó la desgracia cuando tus dedos decidieron rozar mi piel sin saber que detrás había una niña rota dispuesta a intentar querer al primero que le invitase a una cerveza fría. Has conocido qué son los ecos cuando me has mirado a los ojos y has visto miles de dudas bailando en mis pupilas. Te has creído el héroe de una historia que nunca has conocido hasta que has visto la tropa de pesadillas a la que debes enfrentarte; el barco del perdedor ha resultado tu mejor opción.

Entiéndeme. Quiero que te quedes, pero no para desnudar mi alma o para besar los desaciertos de una vida que nunca sabrás. No quiero promesas vacías ni que tu instinto de cuervo se coman mis ilusiones a bocados. No me valen las cosas a medios ni los ya veremos, ni las promesas. Las niñas rotas necesitan refugio y fuego, pasión y hechos.

Ya no quiero volver a saborear a la incertidumbre ni dormir con el abandono arañándome la espalda. He olvidado lo que es vaciar mis venas de sangre y conquistar desiertos que solo querían atraparme sin apenas rozarme.

Ahora me quiero bastante más que ayer y menos que mañana así que no me exijas que te encienda las luces de vuelta a casa, pero tampoco me dejes sola en un banco esperando a alguien que no está dispuesto a abrigarme en pleno invierno. Dame calor, pero sin ahogarme. Dame esperanza, pero sin excesos.

 Si no vas a ser la calma después del incendio, huye antes de ser el artífice de otro caos en una sonrisa de la que nunca quisiste columpiarte.
concédeme ese deseo.

 

 

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