Hizo como las golondrinas: voló rápido, rasante y sin un rumbo fijo.

La valentía la perdí cuando te miré los ojos
el corazón tiempo después
 cuando llamé amor a la vida equivocada. 


Me miro, pero no me veo. Me busco, pero no me encuentro. Me quiero, pero me estoy odiando. Te estoy haciendo un hueco en mi vida, pero me rechazas con tus idas y venidas. Quédate pero vete, no quiero palabras vacías ni floreros en una sala abandonada.

Me empujo al precipicio, pero yo misma me salvo de mis indecisiones. Te veo y ya no te leo. Te grito, pero ya no escucho tus palabras impertinentes. Hay un silencio atroz entre lo que yo quiero que tú seas y lo que tu eres. Es mi culpa por cortar las palabras, es la tuya por fingir que eras un príncipe escondido en una cueva.

Me leo. Me acribillo a tinta y luego suspiro. No hay dolor en el pasado, solo felicidad empañada por lágrimas. He oído que sigues siendo el mejor; el mejor mentiroso del mundo. Ya no fluye nada entre nosotros, pero, sin embargo, tu silueta sigue atormentándome entre sueños. Creo que vuelvo a quererte; déjalo, solo era mi niña curiosa intentando volver a unos abrazos que la dejaron caer.

Mírame. Mírame bien y verás todas las grietas que llevan tu nombre en mi piel. Te gustan, ¿verdad? A mi también me gustaba que me preparases la cena todas las noches mientras besabas a otras por las mañanas. También me gustaba nadar en tus pupilas sin saber que había un nuevo arañazo de una gata en tu espalda. Caballero de porcelana, monstruo de marioneta.

Ya no hay camino de vuelta para quien un día me mintió con los ojos cerrados y la boca llena de cuervos. No vuelvas que las mariposas han decidido enterrarse en mi estómago y ya no hay nada que me haga cosquillas cuando tu nombre se cuela en el viento de Marzo.

Mentiroso. Traidor. Ingenua. Inocente. Me amarro a una silla para impedir que mi corazón salga corriendo a buscarte. Solo necesita explicaciones que tus dedos no calmarán. No siempre quise ser contigo, pero al final aprendí a hacerlo y el tutorial de cómo olvidarlo se ha perdido entre furia, desconcierto y confusión de aquel verano que ya no recuerdo.

Déjame. Pero mírame. Tócame. Y experimenta las ruinas que tu mismo creaste. Concédeme este baile de Tristeza,

Por ti, por mi y por todo aquello que el fuego arrasó.
No te lo debo, pero si a mi niña de cristal.



Comentarios

Entradas populares