Sira.
Prometo
volver Sira, a llenar tu sonrisa, y quitar los recuerdos llenos de Caos.
Prometo recorrer tus calles, sin miedo a que me pisen la falda al andar,
mientras pienso qué escribirte para hacerte un poco feliz. Prometo que volveré
a tocarte, a desnudarte con mi mirada, cuando vea que el sol decide esconderse,
y la Luna canta esa melodía que tanto me recuerda a ti.
Prometo
volver Sira a recorrerte sin descanso, con ganas en cada mano, y con un millón
de intenciones de hacer que seas mía, solo mía. Te preparé miles de cenas
cuando el anochecer llame a mi puerta, echaré por ti mis monstruos, aunque me
arranquen el corazón, porque prometo volver Sira.
No descansaré hasta que te quiera al completo, hasta que cada rincón tuyo tenga grabado mi nombre. Dejaré que sean mis labios los que hablen por mí, los que acompañen a mi pluma, cuando te presentes en silencio en mi cama, y sólo me digas ‘Acompáñame’. Prometo volver Sira.
Aunque tus ruinas se dejen al merced del tiempo, yo estaré armada para no dejar que eso afecten a mis versos que hablan sobre ti. Serás Roma indomable, Pompeya que no se convirtió en cenizas, y aquella París fría, agónica, pero indudablemente romántica.
No descansaré hasta que te quiera al completo, hasta que cada rincón tuyo tenga grabado mi nombre. Dejaré que sean mis labios los que hablen por mí, los que acompañen a mi pluma, cuando te presentes en silencio en mi cama, y sólo me digas ‘Acompáñame’. Prometo volver Sira.
Aunque tus ruinas se dejen al merced del tiempo, yo estaré armada para no dejar que eso afecten a mis versos que hablan sobre ti. Serás Roma indomable, Pompeya que no se convirtió en cenizas, y aquella París fría, agónica, pero indudablemente romántica.
Prometo
esconder en ti, Sira, mis más oscuros secretos, los besos que nunca daré a
nadie, y te acariciare aunque no pueda hacerlo, pero lo haré a través de
aquellos mirlos que me regalas, o te escucharé cuando tus paredes canten esas
melodías tan llenas de historias.
Sira,
no me iré, no me alejare del cosquilleo de tus manos, cuando decides
acariciarme el pelo, y llamar a mi corazón, cuando mis ojos observan atentos el
despliegue de tus alas. Ojalá, Sira, seas eterna tanto en mis versos como en la
realidad. Prometo
volver Sira, aunque mis dedos estén lleno de heridas, y las espinas del Dolor
atraviesen mis costillas, porque Sira, serás la ciudad iluminada de mi
particular mundo.
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